3 oct
2025
Cuando Elizabeth Taylor, actriz y Richard Burton, actor galés se cruzaron en el set de "Cleopatra" en los estudios de Cinecittá, el mundo del espectáculo supo que estaba a punto de presenciar una de sus tragedias más románticas.
El rodaje, que comenzó en octubre de 1962, fue un auténtico espectáculo: Taylor cobró un millón de dólares, cifra nunca antes vista en la historia del cine, mientras Burton reemplazó a Stephen Boyd en el papel de Marco Antonio. Ambos estaban casados con otras personas – ella con el cantante Eddie Fisher y él con la actriz Sybil Christopher– pero la química en pantalla se volvió imposible de contener.
El primer beso que grabaron duró varios cortes; cada toma parecía alargar el momento. Cuando el director Joseph L. Mankiewicz gritó "¡Corten!", la pareja siguió besándose como si el set fuera una pista de baile. La prensa internacional se voló, y el Vaticano llegó a hacer una crítica pública a la relación extramarital, acusándola de ser un escándalo moral.
Más tarde, la propia familia de Taylor entró en escena. En el documental "Elizabeth Taylor: Las cintas perdidas", disponible en Max, la actriz reveló que su padre, Francis Taylor, la había llamado "puta" tras enterarse de su abandono del cuarto matrimonio con Fisher.
En 1963 la pareja viajó a Puerto Vallarta mientras filmaban "La noche de la iguana". Allí, enamorados del paisaje mexicano, compraron dos casas en el barrio conocido como Gringo Gulch. Incluso construyeron un puente llamado "Arco de los Enamorados" que, con los años, se transformó en un icono romántico del destino.
Su presencia atrajo a otras celebridades, impulsó la inversión turística y cambió para siempre la cara del pequeño pueblo pesquero, que pasó a ser un enclave de glamour internacional.
Después de divorciarse de sus esposas anteriores, Taylor y Burton se casaron por primera vez el 6 de julio de 1964 en la capilla de la Iglesia de Saint‑Joseph . El matrimonio duró una década, marcada por pasiones desbordadas, celos, episodios de alcoholismo y explosivas discusiones.
El 26 de enero de 1974 anunciaron su divorcio. Sin embargo, 16 meses después, el 15 de junio de 1975, volvieron a intercambiar votos en una ceremonia al aire libre en Botswana. Esa segunda unión resultó aún más corta: se disolvió en julio de 1976, y nunca volvió a intentarse.
Burton fue un prolífico amante de las palabras: escribió innumerables cartas a Taylor, entre ellas una que describía su admiración diciendo "Eres probablemente la mejor actriz del mundo, y tu belleza extraordinaria te hace única". La última carta, enviada desde Suiza poco antes de su muerte el 5 de agosto de 1984, la actriz la guardó al lado de su cama como un tesoro.
Después de la muerte de Burton, Taylor recopiló gran parte de esa correspondencia en el libro "Furious Love: Elizabeth Taylor, Richard Burton, and the marriage of the century", publicado en España por la editorial Lumen. La obra, basada también en entrevistas y documentos inéditos, revive la historia de una relación que, pese a sus tormentas, nunca dejó de ser una de las más fascinantes del cine.
Hoy en día, el "Arco de los Enamorados" sigue atrayendo a miles de parejas que buscan revivir, aunque sea brevemente, la magia de un amor legendario. Cada año, la municipalidad de Puerto Vallarta organiza una ruta guiada que incluye la casa de Burton, la de Taylor y el puente, reforzando la identidad del lugar como destino romántico.
El romance de Taylor y Burton también ha inspirado series, documentales y obras de teatro que exploran la delgada línea entre la pasión artística y la autodestrucción.
Su presencia atrajo a otras celebridades, generó inversión extranjera y posicionó al pueblo como destino de lujo. El "Arco de los Enamorados" y las casas que adquirieron se convirtieron en símbolos turísticos que, según la Secretaría de Turismo, incrementaron la llegada de visitantes internacionales en un 35 % entre 1965 y 1970.
En 1963, el Vaticano emitió una nota pastoral condenando el adulterio, citando a Taylor y Burton como ejemplo de decadencia moral en la industria del entretenimiento. La crítica se basó en que ambos estaban casados con terceros cuando comenzaron su romance, lo que chocó con la doctrina católica sobre la indisolubilidad del matrimonio.
Como director de "Cleopatra", Mankiewicz fue testigo directo de los intensos besos entre Taylor y Burton. Su famoso comentario "Ey, ustedes dos, no sé si les interesa saber que ha llegado la hora de la comida" quedó grabado en la memoria colectiva, simbolizando la tolerancia del set ante el escándalo.
Los medios lo vigilaron como una especie de "último intento de redención". La boda, celebrada bajo una lluvia ligera en la sabana, fue cubierta por más de 200 periódicos internacionales y, a pesar de su corta duración, consolidó la idea de una relación imposible de romper, alimentando la leyenda del "amor y la furia".
Su romance demostró el poder del discurso mediático para impulsar una película. "Cleopatra" recaudó más de $40 millones en taquilla mundial, en parte gracias al escándalo. Además, estableció un precedente de cómo las vidas privadas de los artistas pueden convertirse en herramientas de marketing para el cine.
Comentarios (1)
CATALINA REBECC ROMAN VALENZUELA
octubre 3, 2025 AT 23:58
La historia de Elizabeth Taylor y Richard Burton no es solo una anécdota de Hollywood, es un espejo de cómo el deseo y el trabajo se entrelazan en la industria del cine.
Cuando llegaron a Roma para "Cleopatra", ambos llevaron el peso de contratos multimillonarios y expectativas desmesuradas.
Ese millón de dólares que recibió Taylor marcó un precedente en la remuneración de las actrices, rompiendo techos de cristal que había durante décadas.
Al mismo tiempo, Burton asumió el reto de reemplazar a Stephen Boyd, lo que demostró su capacidad de adaptación artística.
La química entre ellos, más allá de la pantalla, se volvió una herramienta de mercadotecnia potente, generando titulares que impulsaron la taquilla.
El Vaticano no tardó en criticar su relación, pero su protesta sólo aumentó la curiosidad del público y la venta de entradas.
En Puerto Vallarta, su presencia fue el catalizador de un boom turístico que transformó una aldea pesquera en un destino de lujo.
El famoso "Arco de los Enamorados" todavía recibe a parejas que buscan revivir su romance legendario, lo que muestra cómo el legado sentimental puede traducirse en desarrollo económico.
Los múltiples matrimonios y divorcios de la pareja revelan una dinámica de pasión intensa, celos y conductas autodestructivas que aún hoy son tema de estudio psicológico.
Sus cartas son testimonio de una correspondencia que combina admisión de vulnerabilidad y afirmaciones grandilocuentes sobre el arte.
La muerte de Burton y la posterior publicación de las cartas por parte de Taylor permiten a los historiadores del cine analizar la interacción entre vida personal y obra creativa.
El libro "Furious Love" no solo recopila documentos, sino que también sirve como una recopilación de cómo el periodismo sensacionalista alimentó la fama de la pareja.
Los medios de la época supieron convertir su romance en una narrativa de tragedia y gloria, estableciendo un modelo para futuras celebridades.
Hoy, los guionistas siguen reciclando esta fórmula, demostrando que el amor escandaloso sigue siendo un recurso narrativo rentable.
En conclusión, la saga de Taylor y Burton es una lección viva de cómo el espectáculo, el dinero y la pasión pueden converger para dejar una huella imborrable tanto en la cultura popular como en la economía de los destinos turísticos.