Cleopatra, la última faraona de Egipto, una gobernante que dominó la política del Mediterráneo con inteligencia, charla y alianzas estratégicas. También conocida como Cleopatra VII, no fue una figura romántica como la pintan las películas: fue una líder que hablaba ocho idiomas, negoció con Roma como igual y usó la imagen como arma política.
Lo que hace que Cleopatra siga siendo relevante hoy no es su belleza, sino su poder. Ella entendía que el control no se gana con ejércitos, sino con redes, narrativas y decisiones calculadas. Eso es exactamente lo que vemos en las noticias de hoy: mujeres como Katia Itzel García, que dirige partidos internacionales de fútbol, o Carolina Fernández, que rompe barreras en el periodismo deportivo, están haciendo lo mismo que Cleopatra hizo hace 2.000 años: ocupar espacios donde no las dejaban entrar, y hacerlo con tanta eficacia que ya no pueden ignorarlas. Cleopatra no pidió permiso. Tampoco lo hacen ellas.
Y no solo en el deporte o el periodismo. Su legado aparece en la forma en que se manejan las elecciones en Chile, donde el voto obligatorio y la participación ciudadana —como en los vocales de mesa— reflejan una idea que ella ya entendía: el poder no se mide solo en tronos, sino en quién moviliza a la gente. Incluso en los rumores de falsos productos como el "Tesla Pi Phone", vemos cómo la manipulación de la percepción, una herramienta que ella usó con maestría, sigue siendo eficaz hoy. Cleopatra no necesitaba redes sociales: usó monedas, pinturas y rumores para construir su mito. Hoy, lo hacemos con tweets y videos virales.
Lo que encontrarás aquí no son artículos sobre antiguas tumbas o joyas perdidas. Son historias reales donde el espíritu de Cleopatra vive: en las mujeres que lideran, en los sistemas que intentan controlarlas, en los mitos que se inventan para desacreditarlas, y en las decisiones que cambian el curso de los países. No es historia. Es presente con un nombre antiguo.
El torbellino amoroso entre Elizabeth Taylor y Richard Burton, nacido en el rodaje de "Cleopatra", marcó historia de Hollywood y transformó a Puerto Vallarta en un icono romántico.