Bashar Assad, el presidente de Siria desde 2000, heredó el poder de su padre Hafez Assad y lo convirtió en uno de los regímenes más duraderos y controvertidos del siglo XXI. También conocido como el último líder autoritario en pie en el Medio Oriente, su gobierno ha resistido guerras, sanciones internacionales y protestas masivas que cambiaron el mapa de la región.
Lo que empezó como una protesta pacífica en 2011 contra la corrupción y la falta de libertades se convirtió en una guerra civil que ha dejado más de 500.000 muertos y desplazado a la mitad de la población. La guerra civil siria, un conflicto complejo con múltiples actores locales, regionales y globales involucró a grupos rebeldes, milicias kurdas, organizaciones extremistas como el Estado Islámico, y potencias como Rusia e Irán, que apoyaron a Assad, y Estados Unidos y países del Golfo, que respaldaron a la oposición. El régimen sirio, un sistema de control basado en la represión, la inteligencia militar y la lealtad familiar no solo sobrevivió, sino que reforzó su poder con ayuda exterior y el uso masivo de fuerza contra civiles.
Assad no gobierna como un líder democrático, sino como un jefe de un aparato de seguridad que ha mantenido el orden con miedo. Sus fuerzas han sido acusadas por la ONU de usar armas químicas, bombardear hospitales y encarcelar a decenas de miles. A pesar de eso, sigue siendo reconocido por países como Rusia, China e Irán, y en 2023, algunos gobiernos occidentales empezaron a reabrir embajadas en Damasco, no por apoyarlo, sino porque no hay alternativa real. La reconstrucción de Siria es imposible sin él, y el mundo parece haber aceptado eso.
Lo que ves en las noticias hoy no es una guerra lejana. Es el resultado de decisiones tomadas hace más de una década, y sus consecuencias siguen afectando a millones de refugiados en Turquía, Líbano y Europa. Las elecciones que Assad celebra son un teatro: votan bajo vigilancia, y el resultado nunca está en duda. Pero lo que importa no es lo que dice el gobierno, sino lo que pasa en los barrios de Alepo, en las escuelas de Idlib, o en los campos de refugiados donde los niños nunca conocieron un país sin bombardeos.
En esta colección de artículos, encontrarás lo que realmente ocurrió en Siria, cómo Assad logró mantenerse, y por qué lo que pasa allí sigue marcando el mundo. No son solo titulares. Son historias reales de quienes vivieron el conflicto, de las alianzas que lo alimentaron, y de las consecuencias que aún no terminan.
El presidente sirio Bashar Assad ha huido del país tras la entrada de insurgentes, encabezados por Hayat Tahrir al-Sham y el Ejército Nacional Sirio, en Damasco. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos ha informado de que Assad partió de Damasco a un lugar desconocido. Mientras tanto, el gobierno sirio ha afirmado estar dispuesto a transferir sus funciones a un gobierno de transición, en medio del dramático avance de las fuerzas opositoras.