Un sacerdote, una figura religiosa ordenada para llevar a cabo ritos sagrados y guiar espiritualmente a una comunidad. También conocido como clérigo, es quien administra sacramentos como el bautismo, la confesión o la eucaristía, y actúa como puente entre lo divino y lo cotidiano para millones de personas. En Chile, donde la fe sigue siendo parte del tejido social, el sacerdote no solo predica en la iglesia: está en las comunidades vulnerables, en las protestas, en los hospitales y hasta en los tribunales cuando se trata de justicia social.
El ministerio, el conjunto de funciones y responsabilidades que un sacerdote ejerce dentro de su comunidad religiosa ha cambiado. Ya no basta con celebrar misas. Hoy, muchos sacerdotes en Chile trabajan con migrantes, denuncian violaciones de derechos humanos o ayudan a familias afectadas por desastres naturales. En Valparaíso, por ejemplo, sacerdotes participaron en simulacros de sismo-tsunami con SENAPRED, no como espectadores, sino como organizadores de refugios. En La Paz, Bolivia, sacerdotes acompañaron a manifestantes antes de debates presidenciales, mostrando que su voz no se limita al púlpito.
La iglesia, la institución que organiza y legitima el rol del sacerdote dentro de la estructura religiosa católica sigue siendo poderosa, pero ya no es monolítica. Hay sacerdotes que defienden la reforma, otros que resisten cambios, y muchos que simplemente se enfocan en lo esencial: estar cerca de la gente. En países como México, sacerdotes han sido parte de escándalos por abusos, pero también han liderado movimientos de reconciliación. En Chile, los casos de sacerdotes involucrados en política o en denuncias públicas han generado debates intensos: ¿deben intervenir? ¿O su lugar es solo en lo espiritual?
Lo cierto es que el sacerdote ya no vive aislado. Está en las noticias, en las redes, en las calles. Algunos son conocidos por sus sermones, otros por sus acciones. Y en esta colección de artículos, verás cómo este rol —tan antiguo como el cristianismo— sigue presente en momentos inesperados: desde el deporte hasta la justicia, desde la política hasta la cultura. No se trata solo de religión. Se trata de personas que, con hábitos y decisiones, marcan la historia de quienes los rodean.
El reconocido actor Eduardo Barril abrió su corazón en una reciente entrevista, revelando un intento de abuso que sufrió a los 11 años por parte de un sacerdote. La confesión de Barril pone de manifiesto una vez más el problema persistente del abuso infantil dentro de las instituciones religiosas.