El abuso infantil, cualquier acción o omisión que dañe físicamente, emocionalmente o sexualmente a un niño o niña. También conocido como maltrato infantil, es un problema silencioso que afecta a miles de menores en Chile cada año, muchos sin que nadie lo note. No siempre hay golpes ni heridas visibles. A veces, es una mirada de miedo, un cambio brusco en el comportamiento, o un niño que se encierra en sí mismo. Y eso es lo más peligroso: se esconde en casa, en la escuela, en la familia.
El maltrato emocional, la humillación constante, el aislamiento o la desvalorización sistemática. También conocido como violencia psicológica, es uno de los tipos más comunes y menos reconocidos. Un niño que ya no habla, que se asusta al ver a un adulto, que tiene pesadillas recurrentes o que se culpa por todo, puede estar sufriendo. El abuso sexual, cualquier contacto o exposición sexual impuesta a un menor. También conocido como explotación sexual infantil, no siempre implica violencia física: puede ser mostrarle contenido inapropiado, obligarlo a tocar, o usarlo en imágenes. Y el abuso físico, golpes, quemaduras, estrangulamientos o cualquier daño intencional. También conocido como violencia corporal, deja marcas, pero muchas veces se justifica como "castigo" o "educación".
En Chile, el sistema de protección existe, pero muchas veces no llega a tiempo. Las escuelas, los vecinos, los médicos y hasta los propios familiares pueden ser los primeros en ver las señales. Si un niño dice algo extraño, si se pone nervioso cuando alguien se acerca, si tiene heridas que no explica, si deja de jugar o de ir a la escuela… no lo ignores. No es solo un "cambio de etapa". Es una señal de alarma. Y tú puedes ser quien lo detenga.
Lo que encontrarás aquí no son estadísticas frías ni artículos aburridos. Son historias reales, pistas claras, y pasos concretos que cualquier persona puede seguir. Porque el abuso infantil no se detiene con leyes solas. Se detiene cuando alguien dice: "esto no está bien". Y actúa.
El reconocido actor Eduardo Barril abrió su corazón en una reciente entrevista, revelando un intento de abuso que sufrió a los 11 años por parte de un sacerdote. La confesión de Barril pone de manifiesto una vez más el problema persistente del abuso infantil dentro de las instituciones religiosas.