20 sep
2025
Si has visto un titular que asegura que NASA detectó un evento extremo que provocará una inundación histórica en Estados Unidos, frena un segundo: no hay una confirmación oficial que respalde esa alarma. Lo que sí aparece en las búsquedas recientes es información sobre misiones de “clima espacial” de la agencia previstas para septiembre de 2025 y estudios sobre el aumento de la intensidad de los fenómenos meteorológicos. No es lo mismo. Y mezclar ambos mundos crea confusión.
Primero, una diferencia clave. “Clima espacial” habla de la actividad del Sol y su impacto en satélites, comunicaciones o redes eléctricas. “Clima” a secas, el que trae lluvias, ríos crecidos y vientos, va por otro carril. Las misiones espaciales planificadas para 2025 se enfocan en el entorno solar, no en pronosticar lluvias intensas en un estado concreto de EE UU.
Segundo punto: en Estados Unidos las alertas de inundación no las emite NASA. Quien avisa es el Servicio Meteorológico Nacional (NWS) y sus Centros de Pronóstico Fluvial, además de agencias estatales y locales. NASA aporta datos satelitales y modelos que mejoran el monitoreo y el análisis, pero las advertencias oficiales llegan por los canales de NOAA/NWS y Protección Civil.
Entonces, ¿por qué hay titulares que hablan de “diluvio histórico”? Porque el riesgo de inundaciones está creciendo. El aire más cálido retiene más humedad (aprox. un 7% por cada grado Celsius), y eso favorece lluvias más intensas. Hay investigaciones que documentan más episodios de precipitaciones extremas en distintas regiones de EE UU, con impactos que hemos visto en ciudades costeras, valles fluviales y zonas urbanas con drenaje insuficiente. Esta tendencia existe, pero no equivale a una alerta puntual y verificada para “la próxima semana” o “este mes”.
NASA tiene un rol fuerte en la observación de la Tierra. Usa misiones como GPM para medir la lluvia casi en tiempo real, SMAP para conocer la humedad del suelo, y GRACE-FO para seguir cambios en aguas subterráneas. Landsat permite ver el uso del suelo y la expansión urbana, clave para entender zonas que se inundan más. Y la misión SWOT, lanzada recientemente, empieza a mapear la altura del agua en ríos y lagos, algo muy útil para calibrar modelos de crecida. Todo esto mejora la foto del riesgo, pero ningún satélite “declara” por sí solo una inundación histórica inminente.
Otro punto que a veces se malinterpreta: modelar “riesgo” no es lo mismo que emitir una “alerta”. Que un modelo de lluvia extrema señale que existe potencial de acumulados muy altos no significa que haya una advertencia en curso. Los pronósticos evolucionan con cada actualización de datos, y la decisión de alertar al público la toman meteorólogos operativos cuando ven señales consistentes y de corto plazo.
El programa de Desastres de la agencia coopera con NOAA, USGS, FEMA y gobiernos locales cuando hay emergencias. Comparte mapas de precipitación, estimaciones de suelos saturados y productos de teledetección que ayudan a priorizar recursos. Por ejemplo, después de lluvias torrenciales, los satélites permiten delinear con rapidez qué barrios quedaron bajo agua y dónde se cortaron rutas. Esa información acelera la respuesta y, luego, la reconstrucción.
¿Dónde entra NOAA/NWS? Ellos miran radares, satélites, modelos numéricos y datos de estaciones en superficie. Emiten Vigilancias (Watch) cuando el escenario es favorable a crecidas y Alertas (Warning) cuando la inundación es inminente o ya está ocurriendo. También publican “perspectivas de lluvia excesiva” y pronósticos de ríos a través de los Centros de Pronóstico Fluvial. Si hay riesgo real, ahí lo verás primero.
La confusión suele crecer con los fenómenos llamados “ríos atmosféricos” en la Costa Oeste, los remanentes de huracanes en el Golfo o la Costa Este, o los frentes que se estancan varios días sobre el mismo lugar. Esos patrones pueden dejar acumulados de lluvia enormes. Si el terreno ya está saturado por episodios previos, el umbral para que aparezcan inundaciones baja mucho.
También pesan factores locales. La urbanización y los pavimentos sellados reducen la infiltración; los sistemas de drenaje pueden quedar chicos ante tormentas más intensas; y los diques o defensas de ríos requieren mantenimiento constante. A eso se suman mareas altas y el ascenso del nivel del mar, que complican el escurrimiento en ciudades costeras durante tormentas con viento del océano hacia tierra.
Otro elemento a vigilar es la nieve. En años con nieve abundante, una irrupción de aire cálido y lluvias a media estación puede disparar deshielos rápidos y crecidas en cuencas de montaña. El problema se agrava si el suelo está helado o saturado, porque casi todo el agua corre hacia los ríos en poco tiempo.
Si te preguntas cómo verificar si tu zona está en riesgo sin caer en titulares alarmistas, apunta a estas señales y fuentes:
¿Y si ves otra vez el titular del “diluvio histórico detectado por NASA”? Desconfía si no hay referencias claras a una oficina oficial, un parte numerado o una hora de emisión. Las verdaderas alertas no llegan como capturas de pantalla borrosas ni como frases sueltas. Llegan con ubicación, ventana temporal, nivel de riesgo y recomendaciones concretas.
El panorama de fondo no es optimista: el calentamiento global empuja hacia lluvias más intensas y eventos de retorno más corto, lo que presiona a ciudades y campos. Eso exige mejores mapas de riesgo, infraestructura adaptada y sistemas de drenaje con mayor capacidad. Ahí la teledetección y los modelos ayudan, porque reducen la incertidumbre y muestran dónde actúan primero.
En paralelo, las misiones de clima espacial que se mencionan para septiembre de 2025 sirven a otro frente: proteger satélites, GPS y redes eléctricas de tormentas solares. Impactan en la seguridad tecnológica, no en avisos de inundación. Útiles, sí, pero distintos.
Si vives en un área propensa a crecidas, guarda estos criterios prácticos:
Resumiendo: no hay evidencia oficial de que la agencia haya “detectado” un diluvio histórico específico para Estados Unidos en este momento. Lo que sí hay es mejor ciencia para entender el riesgo y una tendencia real a eventos más intensos. La diferencia entre un titular viral y una advertencia real está en las fuentes, los datos y quién firma el aviso.
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